Los grupos de habilidades sociales se dirigen a niños y adolescentes que pueden mostrarse tímidos y sentirse incómodos en situaciones sociales, especialmente cuando tienen que defender sus derechos u opiniones. También están dirigidos a aquellos que tienen más tendencia a defender sus ideas sin tener en cuenta los derechos de los compañeros; se muestran ofensivos, poco tolerantes y tienen dificultades para aceptar el criterio del resto o negociar; también a aquellos que tienen dificultades para relacionarse y, a menudo, se ven inmersos en pequeños conflictos que generan sufrimiento y problemas de integración social.
El desarrollo de habilidades sociales sólidas favorece el proceso de socialización. Saber relacionarnos adecuadamente con otras personas influye de manera directa en la satisfacción personal, la autoestima y es uno de los factores más determinantes del bienestar emocional. Disfrutar de relaciones sociales gratificantes y tener al menos un buen amigo se ha descrito como un factor protector de problemas psicológicos. En consecuencia, el aprendizaje de las habilidades sociales es uno de los aprendizajes más relevantes que debemos hacer a lo largo de la vida.
Las personas con dificultades significativas en el manejo de las relaciones sociales pueden aprender estrategias para mejorar la interacción con sus pares. Trabajar estas estrategias en grupos de niños y jóvenes con características similares favorece y facilita la práctica de habilidades sociales en un entorno controlado y divertido, donde sienten el apoyo de sus iguales, aprenden a expresar sus sentimientos y se ayudan mutuamente. Al mismo tiempo, solicitamos la colaboración de las familias, protagonistas importantes en este proceso, informándolas sobre los contenidos trabajados y las estrategias que pueden usar para ayudar desde el entorno familiar.