Unidad del Neurodesarrollo
En la Unidad del Neurodesarrollo atendemos a niños y adolescentes que presentan dificultades en el proceso de desarrollo. El ser humano evoluciona desde el momento de la concepción, inmerso en un proceso de interacción permanente entre la herencia genética y las influencias ambientales. El período de máxima plasticidad cerebral es desde el nacimiento hasta los 6 años. Después, sigue desarrollándose de una manera más pausada y es en la juventud cuando alcanza la maduración cerebral. Si durante el proceso de desarrollo surgen dificultades o alteraciones, se requiere una intervención temprana para garantizar que, desde el entorno, se proporcionen todas las herramientas, estrategias, apoyos, adaptaciones y tratamientos necesarios para minimizar estas dificultades y potenciar un desarrollo saludable. En la Fundación Instituto de Psicología proporcionamos a cada familia y a sus hijos e hijas la orientación, el acompañamiento y los apoyos necesarios de manera individualizada en coordinación directa y sistemática con la escuela.
En la Unidad del Neurodesarrollo contamos con un equipo interdisciplinario de profesionales especializados en detectar, evaluar y tratar el Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad, los Trastornos del Aprendizaje, los Trastornos del Espectro del Autismo y el Trastorno del Desarrollo Intelectual, entre otros.
El TDAH es un trastorno ampliamente conocido y estudiado, aunque todavía está asociado a una serie de prejuicios y estereotipos. A menudo se piensa que el TDAH se caracteriza solo por el exceso de movimiento y que hay un exceso de casos diagnosticados. En cambio, las evidencias científicas advierten que todavía hay muchos niños, niñas y jóvenes que no se detectan adecuadamente y, en consecuencia, no reciben las ayudas necesarias, especialmente, en los casos que no cursan con hiperactividad.
El TDAH es un trastorno de origen neurobiológico que afecta a la madurez de las estructuras cerebrales responsables del desarrollo de las funciones ejecutivas. Esto implica que estas estructuras cerebrales responsables se desarrollan de manera más lenta afectando a la capacidad de atención, de concentración, de gestión el tiempo, de planificación y autorregulación conductual y emocional. Por esta razón, suelen mostrar un comportamiento que no se corresponde con su edad y parecen más pequeños o inmaduros y necesitan una mayor supervisión. Esto afecta a sus resultados académicos y genera dificultades en el manejo de conductual en el entorno familiar y escolar.
Afortunadamente, contamos con tratamientos multimodales respaldados por numerosos estudios científicos que demuestran su eficacia. Estos tratamientos, en muchas ocasiones, consisten únicamente en un apoyo psicopedagógico especializado en coordinación con los centros escolares y una intervención psicológica de orientación cognitivo-conductual. Con la intervención se consigue una mejora significativa, se evita en gran medida el fracaso escolar, la afectación de la autoestima y el malestar emocional; al mismo tiempo, se mejoran las relaciones sociales y el ambiente familiar. Solo en los casos más severos se recomienda de manera adicional tratamiento farmacológico con medicamentos que también han demostrado su eficacia y seguridad siempre que sean recetados y supervisados por un buen psiquiatra infantojuvenil.
En la Fundación Instituto de Psicología tenemos una experiencia dilatada en el tratamiento de personas con TDAH. Contamos con un equipo de profesionales especializados en ayudar, con afecto y profesionalidad a estos niños, niñas, adolescentes y familias acompañándolos y velando por minimizar las consecuencias de este trastorno.
Los Trastornos Específicos del Aprendizaje son disfunciones neurológicas específicas que conllevan una falta de habilidad para uno o más aprendizajes en niños con una capacidad intelectual dentro de la normalidad. Estas dificultades repercuten en el rendimiento escolar. Son alumnos que cometen más errores ortográficos, leen más lentamente, parece que inventan palabras al leer, les cuesta estructurar textos escritos o tienen dificultades en el cálculo y la resolución de problemas.
Estos trastornos afectan entre el 5% y el 15% de la población y son una de las causas más frecuentes de fracaso escolar. A menudo, los niños que tienen un Trastorno Específico del Aprendizaje, y que no se diagnostican o no se tratan adecuadamente, entran en una espiral de bajo rendimiento académico, desánimo, desmotivación, baja autoestima y trastornos afectivos y de ansiedad secundarios.
Algunas señales que nos pueden hacer sospechar de la presencia de un trastorno del aprendizaje son:
– Bajo rendimiento académico.
– Dificultades en un área específica de aprendizaje.
– Desmotivación para los aprendizajes escolares.
– Resistencia sistemática a ir a la escuela.
– Alteraciones conductuales.
El tratamiento indicado de estos trastornos es realizar sesiones de reeducación o apoyo psicopedagógico con técnicas específicas individualizadas que deben iniciarse tan pronto como sea posible. Las necesidades de las personas con trastornos del aprendizaje requieren de profesionales con formación específica en estos trastornos. El tratamiento debe incluir:
– Apoyo psicopedagógico o reeducaciones psicopedagógicas para mejorar su rendimiento y adaptación escolar, potenciando la adquisición de estrategias de aprendizaje y técnicas de estudio. De esta manera, se fomentan actitudes positivas, hábitos de trabajo y se ayuda a compensar las dificultades que presentan.
– Asesoramiento y pautas a la familia: El profesional de referencia acompaña a las familias ofreciéndoles pautas y herramientas orientadas a mejorar la adquisición de aprendizajes y los hábitos de estudio.
– Trabajo coordinado con la escuela mediante asesoramiento y ayuda al profesorado para que realicen adaptaciones en el aula y ayuden al alumno a aumentar las posibilidades de éxito y disminuir las de fracaso.
– Consulta y seguimiento psicológico: Cuando existen problemas emocionales, sociales o familiares, un profesional de la psicología debe ayudar a abordar las dificultades coordinándose con el/la profesional de referencia que realiza la reeducación, así como con la familia y los maestros y ofreciendo un apoyo individualizado.
En la Fundación Instituto de Psicología contamos con profesionales especializados que realizan las sesiones de reeducación en las instalaciones de la Fundación Instituto de Psicología o en los centros escolares con los colaboramos.
El TEA es un trastorno del neurodesarrollo de origen neurobiológico que afecta al desarrollo de la comunicación social de las personas, así como a su conducta, con la presencia de comportamientos repetitivos e intereses restrictivos y, en ocasiones, con alteraciones sensoriales.
Es un trastorno complejo y altamente heterogéneo, tanto por la etiología como por la manifestación de los síntomas y su evolución. El TEA no tiene una única causa. Se trata de un trastorno multicausal, cuyos diversos factores contribuyentes aún son desconocidos. Actualmente, sabemos que hay factores genéticos que explican una mayor incidencia en algunas familias. También hay factores ambientales que actúan como factores de riesgo y favorecen su aparición.
La identificación precoz de los síntomas es esencial. Es clave intervenir en los momentos de máxima plasticidad cerebral para implementar los tratamientos psicoeducativos que han demostrado una mayor eficacia. Se debe intervenir en la comunicación, evaluar la conveniencia de sistemas aumentativos y alternativos de la comunicación, aumentar la flexibilidad, atender las alteraciones sensoriales, intervenir en la conducta y garantizar entornos amigables que, en todos los ámbitos de la vida, les ayuden a tener una mayor adaptación y mejorar la calidad de vida. Se debe diseñar el tratamiento de manera personalizada ateniendo a las características únicas de cada persona con autismo.
Para realizar un diagnóstico fiable de los TEA, se deben aplicar entrevistas semiestructuradas y escalas de observación, como el ADI-R y el ADOS-2. De manera complementaria, se debe valorar la capacidad intelectual, el desarrollo del lenguaje, la conducta adaptativa, la posible coexistencia con otros trastornos y, así, realizar el análisis funcional de las dificultades presentes para establecer el grado de apoyo que requieren y diseñar una intervención altamente individualizada y personalizada para la persona y la familia. No hay dos pacientes con TEA iguales, al igual que no lo son los entornos y las familias. Aunque la individualización de los tratamientos siempre es clave, en el autismo es fundamental. El aspecto común a todas las familias que enfrentan un diagnóstico del espectro del autismo es que necesitan profesionales empáticos y cercanos, dispuestos a dedicar todo el tiempo necesario para favorecer la comprensión de las características de sus hijos e hijas y acompañarlos con calidez y rigor en la implementación de estrategias y recursos para mejorar la calidad de vida de las familias y los hijos e hijas afectados.
De ahí la importancia de garantizar que los profesionales que evalúan e intervienen con personas con autismo sean psicólogos y psiquiatras especializados en este ámbito, con las acreditaciones correspondientes para poder administrar instrumentos de avaluación y aplicar los tratamientos más adecuados para cada caso.
La Fundación Instituto de Psicología cuenta con estos profesionales que, con calidez, empatía y un elevado nivel de especialización, evalúan cada caso concreto para diseñar una intervención a medida adaptada a sus necesidades específicas y favorecer el desarrollo de su hijo/a.
Es una afección presente antes de los 18 años que incluye un funcionamiento intelectual general por debajo de la media en comparación con su grupo normativo y una falta de habilidades adaptativas necesarias para la vida diaria.
La discapacidad intelectual afecta entre el 1% y el 3% de la población. Hay muchas causas de discapacidad intelectual, pero los médicos solo encuentran una razón específica en el 25% de los casos.
Los factores de riesgo están relacionados con las causas. Las causas de la discapacidad intelectual pueden incluir:
– Infecciones presentes al nacer o después del nacimiento.
– Anomalías cromosómicas.
– Factores ambientales.
– Alteraciones metabólicas como la hiperbilirrubinemia o niveles muy altos de bilirrubina en los recién nacidos.
– Aspectos nutricionales como la desnutrición.
– Exposición a tóxicos como la exposición intrauterina al alcohol, la cocaína, las anfetaminas y otras drogas.
– Traumatismos antes y después del nacimiento.
– Inexplicables cuando los médicos desconocen la razón de la discapacidad intelectual.
Aunque las características de las personas con discapacidad son muy variables, existen algunos signos de alerta que pueden indicar la necesidad de consultar a un especialista:
– Dificultades para alcanzar las principales metas del desarrollo. Por ejemplo, pueden tardar más tiempo que otros niños en sentarse, gatear, caminar o hablar, entre otras habilidades.
– Problemas de atención y memoria.
– Dificultades de aprendizaje, pensamiento lógico y resolución de problemas.
– Complicaciones para comprender las reglas sociales y relacionarse con los demás.
– Dificultades de autonomía: higiene, seguir instrucciones, hábitos diarios, entre otros.
Para llevar a cabo una intervención efectiva, es imprescindible realizar una evaluación previa y determinar las dificultades para plantear los objetivos que se deben trabajar en diferentes áreas, como el lenguaje, el desarrollo motor o la capacidad de relación. El objetivo principal frente a casos de discapacidad es lograr que la persona afectada se integre en la sociedad de la manera más óptima posible, asistiendo a la escuela, formándose, ampliando las relaciones sociales y acompañándola durante la transición a la vida adulta. Asimismo, es necesario velar por favorecer su calidad de vida mediante la implementación de programas de atención centrados en la persona.